Cansancio y tensión muscular.
Esfuerzos excesivos, distensiones musculares y esguinces.
Artritis.
La terapia de calor se utiliza desde hace mucho tiempo para el alivio de los dolores musculares y de las articulaciones.
El calor prolongado y constante relaja los músculos y aumenta el flujo sanguíneo de los tejidos produciendo efectos analgésicos. Al mismo tiempo, estimula las terminaciones nerviosas que son sensibles a la temperatura, interrumpiendo el proceso de transmisión del dolor.








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